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Mostrando entradas de octubre, 2013

Otro camino

Me gustaba desnudarme sabiendo que estabas al otro lado de la puerta. Me gustaba pensar que tú deseabas, igual que yo, cruzarla y abrazarme. Me gustaba sentir el roce de tu vientre con el mio. Me gustaba mirarte a los ojos y saber que ardían por mi. Sonó a despedida. No había dudas. Bajé las escaleras de casa nerviosa y me metí en el taxi. No acerté a decir la dirección exacta, pero él sabía dónde iba. Durante algunos años hacía los mismos trayectos cada domingo. A tu casa. Tres horas después, a la mía. Y el taxista siempre terminaba diciéndome que un día lloraría tanto que dejaría de tener lágrimas. Yo pagaba, siempre siete con cuarenta, y subía a casa mientras bajaba mi falda, colocaba mi camisa o abrochaba el pantalón de cuero negro. Me temblaban las rodillas. Respiré hondo, pagué y cerré la puerta amarilla y negra. Las calles de Barcelona eran más bonitas cuando recorrían el camino hacia tu casa. El taxi aceleró y yo levanté la cabeza para mirar tu ventana. Las cortinas, m