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Mostrando entradas de agosto, 2010

Si me dices ven, hago la maleta y voy contigo

Llovía demasiado o no suficiente, una nunca sabe cuando la lluvia cae para bien o para mal. Miré el reloj y como siempre llegaba tarde. Pisé un charco que me dejó los botines llenos de barro. Nada podía ir peor. O sí y que no hubiera acudido. O que se hubiera arrepentido de la llamada. O que no tuviera nada que contarme y sólo fuera yo quien hablara por los dos. Las gotitas de agua de la cristalera dejaba ver a quien quería dentro del bar. Estaba sentado en la misma mesa de aquel entonces. En la misma postura. Con el mismo perfume que se percibía desde la puerta y aquel que me recordaba a las sábanas de su cama. Dudé si entrar o quedarme fuera. Rápidamente repasé mis ya sucios zapatos, mi camisa, la raya de los ojos y que el pelo pareciera tan desmarañado como si no le hubiera prestado atención. Todo tenía que ser un casual y fortuito acierto. Llevaría su camisa preferida. El collar que él me regalo. La colonia con la que rociaba su almohada antes de irme. Respiré hondo. Puse una