Por algún escondite de las sábanas
Me desperté a media noche. Últimamente todas las noche me suelo desvelar dos o tres veces y recorro la cama a ver si te encuentro por algún escondite de las sábanas. Me desperté a media noche y mi cuarto todavía seguía oliendo a incienso. Azahar y jazmín. Esa combinación perfecta que me recuerda, también, a tu cama perfecta. Me desperté a media noche e intenté relajarme de nuevo y volver a conciliar el sueño rápido. No debería dar demasiadas vueltas antes de pisar la tierra de Morfeo o me marearía de recuerdos y de preguntas sin respuesta. Me desperté a media noche y no me faltaba nada en mi cama, salvo tu cuerpo desnudo, tus manos grandes y tus pies descalzos y cálidos. Fui a la cocina y abrí el frigorífico. Había prometido mil y una veces que no volvería a quitar ese corcho a media noche para llenarme una copa de vino por encima de lo permitido, pero las promesas están para no cumplirlas, mucho más si acabas de despertarte de un sueño con la temperatura muy por encima de lo que est