Permanente y efímero. Más de 365 días
Todo es permanente; y efímero.
365 días no son más que un puñado de números, de semanas, de momentos y de recuerdos. No son más que un comienzo y fin permanente. No son más que recordar recuerdos y olvidar olvidos.
Despertarte mirando tejados. ¡Qué gozada poder ver las antenas, las tejas, el cielo desde la cama! Desde mi ventana sólo encuentro suelo, más suelo y paredes levantándose muy por encima de mi. Todo es diferente desde aquí debajo; todo es diferente desde allí arriba.
Y vivir ordenado en el desorden. Y aprender dónde se guardan los cubiertos o qué encontrarás si abres el primer cajón de la mesita. Saber dónde se deja la pasta de dientes o abrir el armario para encontrar un ibuprofeno sin tener que pedirlo.
Todo es efímero; pero sin la angustia por agotar los segundos, no disfrutaríamos las emociones intensas de un momento irrepetible. Todo es permanente; porque nada ni nadie puede borrar los recuerdos.
Porque por muchos 365 días que vengan, yo siempre tendré un 29 de marzo.
365 días no son más que un puñado de números, de semanas, de momentos y de recuerdos. No son más que un comienzo y fin permanente. No son más que recordar recuerdos y olvidar olvidos.
Despertarte mirando tejados. ¡Qué gozada poder ver las antenas, las tejas, el cielo desde la cama! Desde mi ventana sólo encuentro suelo, más suelo y paredes levantándose muy por encima de mi. Todo es diferente desde aquí debajo; todo es diferente desde allí arriba.
Y vivir ordenado en el desorden. Y aprender dónde se guardan los cubiertos o qué encontrarás si abres el primer cajón de la mesita. Saber dónde se deja la pasta de dientes o abrir el armario para encontrar un ibuprofeno sin tener que pedirlo.
Todo es efímero; pero sin la angustia por agotar los segundos, no disfrutaríamos las emociones intensas de un momento irrepetible. Todo es permanente; porque nada ni nadie puede borrar los recuerdos.
Porque por muchos 365 días que vengan, yo siempre tendré un 29 de marzo.
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