Y sonreír por volver a estar ahí
Es como desnudarse por primera vez. Como ponerse nerviosa imaginando qué pasará. Como elegir, pensar, estirar los dedos hasta tocar algo que no tienes delante pero quieres rozar y humedecer los labios para intentar que no se seque la garganta. Qué caprichosa es la literatura cuando te presenta historias bonitas y llenas de finales felices. Y todo parece fácil desde el principio. Tenía elegida la lencería, la mirada, las ganas y la hoja en blanco en la que escribiría la historia. Tenía elegida la sonrisa y los ojos con los que buscaría los tuyos. Tenía todo pensado, menos lo que no se puede pensar: La respiración, los nervios, las palabras pronunciadas, las veces que te rozaría con mis manos antes de intentarlo. La sonrisa tímida que dibujaba cada vez que imaginaba cómo sería estar entre tus sábanas. Esas que veía en sueños, pero que no me atrevía a terminar de desmontar. Era de noche. Caían las temperaturas, pero era agradable notar el fresco del ocaso entrar por la ventana. Yo llegaba...